
Desde hace unos años, tengo el placer de desayunarme viendo el mar. Tras pasar por alguno que otro, y casi todos buenos, he escogido un rincón solitario en la playa de Almardà, donde, además, casi siempre hace bueno, y cuando no, también se agradece presenciar un pequeño enfado de la naturaleza. Sentados en la última mesa de la terraza, metida ya en la arena de la playa, mi mujer y yo hemos visto dar sus primeros pasos a Violeta y Arturo, con el mar de fondo. El lugar se llama Bar Ruíz. Esta semana le propuse a Nourez hacerle una carta, pues la playa no es el único encanto del lugar, donde incluir sus exquisitos y auténticos platos marroquíes. Así que me puse a hacer fotos y un poco de "magia potagia" (Photoshop), y ¡aquí está! De paso le hice un logotipo.
Menos los jueves, que desayuno con Mario en el Congo -o eso intentamos- el resto de la semana me podéis localizar allí de 10 a 11, o mejor dicho, si no me localizáis es porque estoy allí.